23 de junio de 2015

El interior de una protesta desde los ojos de un estudiante



CRÓNICA: La Cali de los años 50’s.

Por María Camila Franco
La historia que usted, querido lector, tiene hoy entre las manos no es más que la recopilación de sentimientos y anécdotas brevemente contadas. Anécdotas de mi juventud y de esos años en los que creía firmemente en un mundo justo, donde todos  solíamos ser  iguales y por lo tanto, merecíamos el mismo respeto. Y sin más preámbulo, así comienza esta historia…
Description : http://3.bp.blogspot.com/-ENChxpu273E/TzvJltXbCyI/AAAAAAAAehM/Dqb_UJz3WIg/s400/justicia.jpgDama de la justicia. Símbolo internacional de dicho valor.
Fuente: http://www.teinteresasaber.com/2012/02/la-justicia-simbolos-y-metaforas.html


L
a tensión se respiraba en cada aula, cada pasillo y cada rincón de la facultad de derecho.
 Tensión causada por el descontento entre mis compañeros y aquel profesor que había sido el encargado de las clases de derecho laboral. Aunque era todo un magistrado del tribunal superior, sus métodos de enseñanza rayaban con  la arrogancia, el despotismo y la grosería. Era una de esas personas que no le ven ningún problema a pasar por encima del que sea necesario para conseguir lo que quiere, sin importarle cuan injusto pueda llegar a ser ni cuánto daño pueda causar a las personas alrededor. Y ahí estaba yo, 21 años y miles de sueños, sueños de convertirme en ese gran abogado que mi madre soñaba, de ver a mi país convertido en un país justo y  libre…Sentado al frente del aula  de este profesor, miraba la puerta pensando que pronto llegaría la hora de entrar a clase y que él con su carísimo traje llamaría a lista, y al llegar a la F, inicial de mi apellido, lo único que se llevaría sería  una fea sorpresa, ya que jamás me encontraría entre los pocos estudiantes que todavía quedaban en su salón … pero era demasiado tarde para arrepentirse.
 Todavía recuerdo ese día en el que mi paciencia se agotó y en un intento por defender lo que pensaba, lo único que recibí fue humillaciones, insultos y palabras acompañadas de rabia por parte de este profesor; y de no haber sido por un compañero hubiésemos llegado a  los golpes. Y yo no era el único testigo de lo que pasaba con este profesor ya que tal como me enteré  poco después, muchos otros habían presentado quejas. Y así fue como decidimos agotar  todas las instancias que había. Hablamos con él y le explicamos lo que pensábamos.  Sin obtener ningún cambio de su parte pasamos a llevar nuestro problema al concejo estudiantil, después recurrimos directamente al rector de la universidad que nos respondió simplemente que tuviéramos paciencia; temeroso de meterse en un problema con tal eminencia como las directivas solían llamarlo, y claro, quién iba a querer tener algún problema con todo un magistrado del tribunal superior de la ciudad?
 Ya no sabíamos qué  hacer ni a quién recurrir para solucionar este problema que era cada día peor, entonces, decidimos hacer justicia por nuestros propios medios y dejar de asistir a las clases de derecho laboral. Aunque había una parte de mis compañeros que no estaba de acuerdo con las medidas que estábamos tomando, les fue imposible entrar a clase porque bloqueamos los pasillos y las puertas del aula. Tiempo después, las cosas seguían  poniéndose más y más serias, el profesor seguía en esa actitud de irrespeto  y grosería, burlándose de sus estudiantes, menospreciándolos y calificándolos de manera injusta  simplemente porque no eran de su agrado;  mientras que nosotros, seguíamos sin entrar a clase. Las directivas de la universidad estaban enteradas, así como la facultad de ciencias de la educación; estos últimos decidieron unirse a nosotros y protestar pacíficamente. Así fue como unimos fuerzas y salimos a marchar a las calles como ya lo habían hecho muchos otros estudiantes anteriormente. De los que más se había oído hablar eran los muchachos del Pilar, del San Juan Berchmans, que protestaban por todo eso que les parecía injusto e incorrecto…y de un tal Andrés Caicedo que escribía sobre esto para des-aburrirse o para que sus compañeros tuvieran algo qué  leer mientras se escapaban de clase.
 Nosotros salimos de la Universidad hasta la plaza de Caicedo donde se encontraba el tribunal, y por lo tanto la oficina de nuestro profesor. Y ahí estábamos todos, parados frente a aquel edificio gris donde este pasaba la mayor parte de su tiempo…firmes, con nuestro objetivo siempre en la mente. Y así fue como nuestro profesor fue obligado a renunciar a su puesto en la universidad; cosa que recuerdo con un poco de lástima ya que nuestro propósito no era llegar hasta estos extremos, simplemente buscábamos ser respetados todos por igual. Lo que desafortunadamente  no fue posible y esas fueron las consecuencias. Después de esto, las cosas volvieron a la normalidad… los estudiantes a las aulas y el magistrado al tribunal. Y siendo la primera generación de la universidad en hacer una protesta de este tipo, se le demostró a Cali que no había necesidad de utilizar la violencia para defender los ideales y que los abogados que saldrían  de esa promoción eran hombres íntegros y justos.
 ¿Que si me arrepiento de algo? En ningún momento, al contrario, haber hecho parte de esto  me permitió reafirmar mis valores y tener aún más claro que lo principal es el respeto entre todas las personas. ¿Si lo volvería a hacer? Si se trata de defender mis ideales y de luchar por una causa justa, sin pensarlo dos veces, volvería a las calles.
2C







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