En los años 70
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Sucedía que cuando
el bus ya estaba lleno (a la altura del
paradero del Parque Bolívar) el chofer,
mirando por el espejo, tenía que reprocharle a los pasajeros lo absurdo de aquel
asiento vacío , entonces alguien se decidía y se dejaba caer en un impulso
sacándole aire al cojín, y ella aunque consciente de la irrupción no voltiaba a
mirar; pero el otro era incapaz de seguir ignorando durante todo el viaje la
repentina dureza de aquel cuerpo que por más que intentaba no podía, con tanta
curva y frenazo, dejar de tocar. Y al rozarlo lo sentía dulce y tibio. Si él se
bajaba antes, pisaba tierra con un agobiante sentimiento de exclusión (si era
uno de los buenmozos, imagínense)
Hoy en día
Quand le bus était déjà plein (à la hauteur de l’emplacement du Parc
Bolivar) le conducteur, regardant par le miroir, devait lui reprocher aux
passagers l'absurde de ce siège vide, alors quelqu’un se décidait et se
laissait tomber en une impulsion en lui sortant l’air au coussin, et elle bien
que consciente de l’irruption ne regardait pas ;mais l’autre était incapable de
continuer en l’ignorant durant tout le voyage
la soudaine dureté de ce corps
qu’il essayait beaucoup mais ne pouvait pas, avec autant des courbes et
freins, laissait de toucher. Et en le frôlant le sentait doux et tiède. S’il
sortait avant, toucher terre avec un redoutable sentiment d’exclusion (s’il
était un des gentilshommes, imaginez)
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19 de junio de 2015
Paseo Bolívar por María Juliana Pinedo y July Marques
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