19 de junio de 2015

Paseo Bolívar por María Juliana Pinedo y July Marques

En los años 70
            

 En los 70
Sucedía que cuando el bus ya estaba lleno  (a la altura del paradero del Parque Bolívar)  el chofer, mirando por el espejo, tenía que reprocharle a los pasajeros lo absurdo de aquel asiento vacío , entonces alguien se decidía y se dejaba caer en un impulso sacándole aire al cojín, y ella aunque consciente de la irrupción no voltiaba a mirar; pero el otro era incapaz de seguir ignorando durante todo el viaje la repentina dureza de aquel cuerpo que por más que intentaba no podía, con tanta curva y frenazo, dejar de tocar. Y al rozarlo lo sentía dulce y tibio. Si él se bajaba antes, pisaba tierra con un agobiante sentimiento de exclusión (si era uno de los buenmozos, imagínense)


Hoy en día


Quand le bus était déjà plein (à la hauteur de l’emplacement du Parc Bolivar) le conducteur, regardant par le miroir, devait lui reprocher aux passagers l'absurde de ce siège vide, alors quelqu’un se décidait et se laissait tomber en une impulsion en lui sortant l’air au coussin, et elle bien que consciente de l’irruption ne regardait pas ;mais l’autre était incapable de continuer en l’ignorant durant tout le voyage  la soudaine dureté de ce corps  qu’il essayait beaucoup mais ne pouvait pas, avec autant des courbes et freins, laissait de toucher. Et en le frôlant le sentait doux et tiède. S’il sortait avant, toucher terre avec un redoutable sentiment d’exclusion (s’il était un des gentilshommes, imaginez)

















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