17 de junio de 2015

La sexta

En los años 70’s :


Tocaban la campana de fin de recreo y yo sentí que se me desmoronaba el cuerpo; me tenían que empujar para que subiera rápido las gradas, y cuando me sentaba en el pupitre y miraba con cara de bobo al tablero verde, cualquiera que me viera pensaría: <<Tiene la paz adentro>>.  La verdad era que yo me sentía con control sobre todo: un crujido de tiza, una palabra silbada del profesor Quiroga (que era el belfo y las palabras le salían como si tuviera una serpiente adentro), cuánto maíz al año producía IOWA, USA, cuánto trigo. Yo sabía que mientras se fuera amontonando con un número de datos era que me estaba acercando a mis mujeres en pelota. Y sonando la campana yo agarraba mis libros al vuelo y bajaba la Sexta aspirando árboles  de tal manera que los que paseaban por allí luego respiraban y no les olía a nada.

En la actualidad



La cloche de fin de recréation sonnait et je sentis que mon corps fléchissait;  il fallait me pousser pour que je monte plus vite les escaliers, et quand je m’asseyais à mon pupitre et que je regardais avec une tête d’idiot le tableau vert, si quelqu’un m’avait vu, il aurait pensé: <<Il a la paix en lui>>. La vérité était que je sentais que je contrôlais tout ; un grincement de craie, un mot sifflé de M. Quiroga (Il avait un cheveu sur la langue et les mots sortaient de sa bouche comme s’il avait un serpent en lui), combien de maïs produisait l’IOWA, USA, combien de blé. Je savais que plus il y avait d’informations sur le tableau plus je m’approchais de mes femmes dénudées. Et quand la cloche sonnait, je prenais rapidement mes livres et je descendais la Sexta, en inspirant l’odeur des arbres de telle façon que les gens qui passaient par là après moi, ne pouvaient plus rien sentir de ce parfum.

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