Y por eso yo muero
Hermano tengo miedo. Sí, como oyó, miedo. Puro y
físico miedo por lo que pueda pasar. Aunque no por lo que me pueda pasar a mí,
sino por lo que le pueda pasar a Patricia. Es que yo ya tengo los días contados,
poco a poco me convierto en un vestigio
de lo que antes fui. Por eso lo llamé hoy. Porque después de mi muerte quiero
que usted, Miguel Ángel, proteja a mi Patricita. Yo sé que usted me entiende,
por lo que le pasó a Angelita, por cierto, créame que lo siento mucho… Y pensar
que todo fue culpa de Graciela y sus celos. Aunque corren rumores sobre que se
fue a Bogotá, ya que aquí la tenían en
la mira. Si nos ponemos a pensar desde que usted no la ayuda las cosas no le
salen nada bien. Se despista, no da golpes certeros, deja pistas, huellas e
indicios. Tiene razón, no es que yo sea muy bueno matando gente pero uno tiene
idea. Una vez incluso fui a ver matar un muchacho del conservatorio. Era pecoso
y de pelo rizado, aunque un poco presumido, o al menos eso era lo que su mirada
decía de él. El caso es que lo perseguimos por toda la sexta, a una distancia
prudente, por decirlo así, y cuando estábamos llegando al Teatro Calima le
clavamos un cuchillo en la tercera costilla izquierda, allí dónde dicen que la
persona muere más rápido; porque una cosa es matar a alguien y otra es
deshonrarla, eso me enseño Akira, un viejo amigo para el cual las cosas no
terminaron nada bien…
¡Aj! Pero ya me desvié del tema ¿Sí ve? Esa es una de
las cosas que no le gustan a Patricia. Eso y que miento desde chiquito. Sin
embargo a mí sí me gusta todo de ella. Su sonrisa cuando le pago la boleta del
cine, su mirada errante que te mira si estar nunca realmente presente, su
nariz, su cabello, sus brazos, sus piernas, su todo. Ella y no cualquier otra
era la indicada para mí. Pero ahora me toca morir, y ella queda desprotegida.
Se queda sin su Andrés y yo sin mi Patricia, y eso me aterra. Me aterra verla
sola, o peor aún, mal acompañada como dice el refrán. No sé si ha oído que
ahora se están comiendo la gente, que la pican de mil maneras o hasta se la
comen viva. Siendo así, comprenderá estoy muerto del susto ¿Se imagina una
muchacha tan linda como Patricia caminado sola por la calle cuando ya sea tarde
la noche porque no pudo salir antes del instituto y que se encuentre con ese alguien
que acabará con su vida? Yo no soporto ni la idea y me odio a mí mismo por ser
tan paranoico. Lo que pasa es que yo estoy convencido de que ella sí debe vivir
muchos años más, llegar a vieja con alguien que la quiera casi tanto como yo la
quiero; y con esa persona tener hijos y nietos tan hermosos como ella. Yo en
cambio sé que si vivo más de viejo terminaré como el pobre James Mason en
Lolita de Kubrick, un escritor que le gusta leer a Poe, que le gusta Ulalume, y
desea el sexo de las niñas. Es por eso que muero. Porque ya vengo muriendo
lentamente desde hace veinticinco años. Veinticinco años de efímeras alegrías,
veinticinco años de cine, veinticinco años de amigos muertos, veinticinco años
de atravesadas. Por ello me uniré a la barra de Edgar y Rebecca que junto con
Angelita, Manolín Camacho y Alfredo Campos causan estragos en el cielo, o donde
quiera que estén.
A ver si por fin me libro de este cucarrón negro que
tengo en el pecho.
Margarita Castaño O.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola: déjanos saber tus opiniones sobre este blog. Gracias